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viernes, 14 de marzo de 2014

Ofréceles cinco centavos

El otro día se difundió por Internet una noticia horrible: una empresa seleccionaba a sus trabajadores con pruebas humillantes, como el juego de la silla o el juego del pañuelo, en el cual ganaba el puesto de trabajo quien cogiera un billete de 50 €, que sería parte de su primer sueldo. En esta última prueba una trabajadora se lesionó, y eso fue lo que hizo que el asunto saltara a la prensa. Lo verdaderamente pavoroso es pensar en cuántas empresas estarán haciendo cosas parecidas, pruebas de selección que atentan contra la dignidad de los aspirantes, sin que se entere nadie.

Para mi sorpresa, cuando la noticia se difundió empezó a correr una opinión que venía a decir más o menos lo siguiente: “Sí, los de la empresa son esclavistas y todo lo que quieras, pero es que también los candidatos, prestarse a algo así…” La opinión suele rematar con un ejercicio de empatía inversa: “Yo de ser ellos me levanto y me voy. Mi dignidad está por encima de eso.”

Esta reacción me sorprende, y especialmente me sorprende verla entre la izquierda. Quien es culpable aquí es la empresa que selecciona a gente de forma indigna, no los trabajadores que se someten a ese proceso de selección. Punto. Sin repartir culpas. Sin “es que los candidatos también…”. Decir este tipo de cosas supone una culpabilización clara de la víctima, un cuñadismo de bar y una imposición de sus propias creencias sobre qué es la dignidad. Implica también desconocer qué está pasando por la cabeza de alguien que, enfrentado a esa situación, no se marcha dando un portazo. ¿O es que los aspirantes a ese puesto de trabajo no eran conscientes de que se estaba jugando con ellos?

Quizás la consecuencia psicológica más grave que tiene la ausencia de ingresos regulares es la imposibilidad de prever. Cuando tú tienes un sueldo, por muy bajo que sea, puedes hacer planes: dedico tanto a alojamiento, tanto a comida, tanto a transporte, tanto a ocio. Si el sueldo es una mierda dedicaré menos a ocio o sacaré parte de la comida de un comedor social, pero tendré algo parecido a un presupuesto.

Cuando te quedas sin ingresos regulares y sin posibilidad de obtenerlos a corto plazo, planificar se vuelve imposible. Y ello implica que tienes que mirar muy bien cada gasto, equilibrar los escasos ingresos y vivir al día. Te vuelves, por necesidad, cicatero. Aguantas las cosas hasta que se caen a trozos. Andas siempre que puedes evitar coger un medio de transporte. Prefieres comprar paquetes más pequeños, aunque a la larga vayas a pagar más dinero, porque prefieres no gastarte de una sola vez todo el dinero que cuesta el grande. La idea de un gasto imprevisto te provoca un sobresalto. Y ves cómo se van acabando los ahorros, poco a poco pero sin pausa. Y sigues buscando empleo, y sigue sin salir, y empiezas a deprimirte…

La mera posibilidad de que algunos de los que fueron a esa entrevista de trabajo estuvieran en ese estado mental me impide juzgarles. Me imagino en su lugar y es que les comprendo, tragándose la rabia porque necesitan ese sueldo. Nos cabreamos cuando desde la patronal o el periodismo lameculos dicen que cualquier trabajo y cualquier sueldo es mejor que ninguno, pero en realidad tienen razón. La triste realidad es que hay gente que hará lo que sea por trabajar en cualesquiera condiciones porque la alternativa es peor.

Entiéndaseme bien: que cualquier sueldo sea mejor que ningún sueldo no es algo bueno. Al contrario, es algo penoso y que debe cabrearnos. Pero el blanco de nuestro cabreo debe ser el empresario que ofrece un sueldo de mierda, el liberal cínico que lo justifica, la patronal que lo alienta e, incluso, el sindicato que no lo denuncia. Nunca, nunca, nunca el trabajador que lo acepta.



(La frase del título procede de este párrafo de Las uvas de la ira)

5 comentarios:

  1. No sé si será impresión mía, pero parece que, aunque juntases es el valor y la dignidad necesarios para decirle a esa empresa que se meta el billete de 50€ por el culo, tu actitud no se contagiaría con facilidad. Me temo que la sociedad no está concienciada ni interesa que lo esté.
    Prefieres comprar paquetes más pequeños, aunque a la larga vayas a pagar más dinero, porque prefieres no gastarte de una sola vez todo el dinero que cuesta el grande.
    ¿Has leído Hombres de Armas? Hace un razonamiento muy parecido para explicar por qué los ricos son ricos y los pobres, pobres.

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    1. Ya, es que además es eso. Yo la imagen de "me levanto y me voy" me la imagino solitaria, con los demás aspirantes quedándose sin entender muy bien por qué esa persona no se queda.

      Sí, he leído "Hombres de armas", pero no había hecho el paralelismo hasta ahora xD

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  2. Yo tengo la teoría de que se culpabiliza a la víctima porque tenemos miedo, miedo de ser la nosotros la víctima o el agresor. Culpabilizando nos diferenciamos, hacemos que no nos alcancen: «Yo nunca haría eso, porque ellos lo hacen por estar enfermos, locos...» «Le ha pasado porque se lo merecía». «Yo no me dejaría pisotear así». Etc, etc.
    Nosotros somo personas normales, así que nunca nos pasarán esas cosas.

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    1. Ese anónimo de arriba es Darkor, que escribe desde un móvil que hace lo que le da la gana.

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    2. Yo tengo esa teoría (esa teoría exacta) sobre la violación, pero no me había parado a pensarlo en este contexto. Algo de eso puede haber. Tenemos miedo de vernos así de humillados y teniendo que aceptar un curro en esas condiciones y nos ponemos en plan superior moral...

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