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jueves, 2 de junio de 2011

Opiniones

Las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene una. 

Creo que es una de las frases menos ingeniosas que existen para empezar una entrada de blog, pero está directamente relacionada con los abusadores de nuestra paciencia: se trata de la idea de que todas las opiniones son respetables. Esto te lo sueltan cuando acorralas dialécticamente a alguien que está defendiendo lo indefendible: al final la cosa es que "es mi opinión, y tú tienes que respetarla". Casi puedes oír cómo te llaman fascista.

Pues yo lo siento mucho, pero no respeto las opiniones. Respeto a la gente, que para eso es gente. Pero ¿las opiniones? Son sólo... frases, cosas que alguien lanza al aire sin más. Quiero subrayar ese "sin más": la gran mayoría de opiniones (empezando por ésta, por cierto, ya que no tengo datos en que basarme) están apoyadas por la nada más absoluta. En definitiva, son doxa y no episteme.

"El sistema electoral debe ser sustituido por listas abiertas y circunscripción nacional". ¿Por qué? ¿Sabe usted que eso lo convertiría en una barbaridad ingobernable e injusta? "Lo que deberían hacer es meter al asesino de Marta del Castillo en la cárcel de por vida". ¿Pero ha oído usted hablar alguna vez de presunción de inocencia, pruebas e irretroactividad de la ley? "Los inmigrantes deberían firmar un contrato de integración" Er... si alguien quiere desobedecer la ley, un contrato no se lo va a impedir. Y así sucesivamente.

Oír estupideces semejantes y no poder rebatirlas por un teórico respeto a las barbaridades ajenas me subleva. Y aún la gente te admite crítica a sus ideas políticas o jurídicas. Pero ¿qué pasa cuando criticas su religión (opinión al fin y al cabo) o les quieres hacer ver que les han estafado con homeopatía, Power Balance o reiki? En el primer caso, eres un ateo comunista y masón; en el segundo, un cerrado de mente vendido a las farmacéuticas y a la ciencia oficial. Me recuerda a ese chiste de Forges de hace tiempo: ¿de qué opción política es este hombre? Pues de centro, porque tiene morados los dos ojos.

Hay veces que no se puede ganar.

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